La producción y consumo de energía produce todo tipo de residuos sólidos: los de la minería energética son los más voluminosos y las cenizas de combustión los más engorrosos.
La minería energética, principalmente de carbón y de uranio, produce gran cantidad de residuos que se suelen acumular en forma de montañas. Estas acumulaciones de material pueden modificar la red de drenaje natural y contaminar las aguas con sustancias liberadas por el mineral pulverizado.
Actualmente, se están dedicando grandes esfuerzos a la restauración de los paisajes afectados por la minería energética. Las elevaciones de escombros son aplanadas y modeladas y las cavidades suavizadas. El terreno resultante se repuebla con árboles y otras plantas.
La quema de carbón, leña y residuos sólidos deja tras sí cantidades importantes de cenizas, tanto en las centrales térmicas como en las calderas domésticas. Estos residuos necesitan un tratamiento especial, por su alta concentración en sustancias potencialmente tóxicas. Pueden ser utilizadas en procesos metalúrgicos o bien como material de construcción, mezcladas con cemento.
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